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Del lugar y del tiempo; «Cespedosa» de Castro-Prieto.

Dos días antes de su clausura pude ver con tranquilidad la exposición de Juan Manuel Castro Prieto colgada en la fría, amplia e interesante sala de la Tabacalera (Madrid) titulada “Cespedosa”, lugar-casa dónde tiene sus orígenes el autor, premiado con el nacional de fotografía en 2015.

Alrededor de 200 fotografías impecables conceptual y técnicamente, organizadas en seis apartados que se complementan con tres vídeos, el último de los cuales en el que aparece el propio autor, explicando las motivaciones que han conformado la muestra, esclarece por qué todo o buena parte del universo creativo de Juan Manuel nació, se desarrolló y se inspira en Cespedosa de Tormes.

Uno, que también es de pueblo, de esos pueblos construidos a la medida de los niños, lugares-casa dónde se desarrollan las infancias más felices y libres, entiende perfectamente el título, pues hay lugares que cómo le ha pasado a Juan Manuel no han dejado de ser el epicentro de tu vida, la fuente primigenia que ha grabado de manera indeleble lo que más tarde se convertirán en esos temas que anillarán la columna vertebral de tu obra. Esas luces que poblaban tu habitación, los juegos en el sobrado, las imágenes de los santos y vírgenes en la penumbra de la iglesia, la naturaleza inundándolo todo…

Cómo dice una de las citas de la exposición, nadie es de ningún lugar hasta que no tiene varios muertos enterrados allí; la certeza de saber de dónde eres, de dónde vienes, quizá dónde descansarás, tiene una importancia vital en el hombre y en el artista, lo dota de una visión del paso del tiempo más amplia y certera que la intrínseca al mundo urbano (que es en el que ha nacido la llamada fotografía conceptual).

Una característica que tiene que ver con el tiempo y que marca a estos pueblos y por lo tanto a quienes los viven, es que son lugares en vías de desaparición por la silenciosa, horrorosa despoblación de amplias zonas del centro peninsular. Esa más que posible próxima pérdida, esa desaparición de un lugar tan amado, de aquello que en buena parte te ha moldeado como persona, como artista, marca sin duda la obra del fotógrafo, dotándola de una melancolía y una temática que no tiene más remedio que adornarse de la pátina del tiempo, materializada en ese polvo que envuelve en el silencio a unos viejos zapatos, a los jugadores desencajados de un viejo futbolín o al teatrillo de la casa del cura.

Quizá haya gente que se sorprenda en principio del título de la exposición, salvo aquellos claro que con sólo nombrar el lugar dónde nuestras raíces se hunden uniendo tantas generaciones, tienen dicho todo lo que importa. Cespedosa podría ser Campillo, o cualquier otro nombre de una España rural a la que la urbanita ha dado la espalda, sin atisbar siquiera la enorme pérdida, la silenciosa sangría cultural que este país por su ignorancia deberá asumir mas pronto que tarde.

Jesús de los Reyes. Invierno de 2017.

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Jesús de los Reyes

Fotografía artística y de autor

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